El Cambio debe ser positivo

Después de las elecciones del 4 de julio, percibo en el ambiente un ànimo de cambio muy positivo: hay gusto por lo logrado, hay júbilo porque la unión de todos hizo que se lograra este anhelado cambio de poderes, que a la vez representa un cambio de ideologías, de maneras de pensar, de sentimientos.

Sin embargo, también percibo un negativo sentimiento de odio, de revanchismo, de venganza velada.

En el ánimo de muchos de los poblanos con los que he platicado, priva el deseo de que se inicie una cacería de brujas, que se prendan las hogueras y se sacrifiquen víctimas, que se reviva la Noche de los Cuchillos Largos.

Acusan y señalan corruptelas, actitudes inmorales, comportamientos impropios, delitos de lesa humanidad.

Más allá de que haya veredictos a favor, muchas personas se sienten con la potestad de sentenciar y ejecutar, y en ese sentido, insisten en que el nuevo gobierno debe hacer rodar cabezas.

Que se castiguen delitos, estoy de acuerdo, pero más allá de eso:

¿Dónde están las propuestas positivas?

¿Dónde el deseo de que el cambio sea total en el alma y corazón de todos?

Me parece que no debemos olvidar que a los gobernantes los elegimos nosotros y les damos la oportunidad de servirnos, pero siempre que en nuestro ánimo este el gusto por crecer, por mejorar, no para retroceder a la época en que la horca y el cuchillo hacían justicia, tiñendo todo de sangre.

Tenemos que pedir cuentas, sí, pero no alentar un sentimiento de odio y de venganza que termine por convertirnos en todo aquello que censuramos.

¿Ustedes que opinan?

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Gracias, Padre, por ponernos en el camino.